18 - mayo - 2024

Poeta chileno Adrián Santini (1950-2016) ha fallecido en Estocolmo. Requiem in Pacem. Por Sergio Badilla

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Fotógrafo: Jorge Oliva. Periódico Fortín Mapocho
Por Sergio Badilla.-
«mi vida se detiene aunque los buenos amigos o los recuerdos vuelvan a la mesa» (Adrián Santini, Sobre que Amanece)
Ha partido hace unas horas, nuestro compañero poeta, del Grupo Taller de Estocolmo, Adrián Santini.
Reqviem in pacem querido y recordado amigo. 
Adrián Santini era seudónimo de Héctor Areyuna Villalobos. Había nacido en  La Serena  el 3 de diciembre de 1950. Fue un destacado poeta, traductor, ensayista y académico universitario residente en Suecia.  Estudió Literatura Comparada en la Universidad de Estocolmo y se doctoró en Filología española por la misma universidad (1993). Ejerció como profesor de literatura hispánica en las universidades de Estocolmo, Örebro,Upsala, Linköping y Växjö.
Como poeta ha sido antologado en Bevingade Lejon (Leones alados) (1991), y como narrador, en Det nya landet (El país nuevo) (1997).
Su libro Oficio y testimonio sirvió de base para la obra musical, Te Deum, del compositor sueco Tommy Andersson (1988).
El Grupo Taller de Estocolmo  fue un colectivo de escritores chilenos creado en 1977 en Suecia. Lo integraron  los poetas Adrián Santini, Carlos Geywitz, Sergio Infante,   el narrador Edgardo Mardones y yo. El grupo duró hasta finales de la década de los ochenta y tuvo una labor señera en la difusión de la literatura chilena e hispanoamericana en  Escandinavia, durante las décadas finales del siglo XX. 
 Sergio Badilla, Adrián Santini y Sergio Infante
Obra
Poesías

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  • Después del centauro, Estocolmo. 1978
  • Oficio y testimonio, Estocolmo. 1979
  • Las bienaventuranzas, Estocolmo. 198l
  • Aproximaciones, Ediciones LAR. Madrid 1983
  • Presagio, Estocolmo. 1988
  • Contradanza. RIL, Santiago de Chile. 2001.
Ensayo
  • Encierro y sustitución en El obsceno pájaro de la noche de José Donoso. 1993
  • La migración del símbolo: La función del mito en siete textos hispánicos. 1999
  • La vulnerable ostentación del orden: La parodia en tres novelas de Jorge Edwards. 2005.

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Grupo Estocolmo: de izquierda a derecha: Sergio Infante, Adrían Santini, Sergio Badilla y Carlos Geywitz
POEMAS DEL LIBRO CONTRADANZA


Sobre que amanece
a Sergio Infante
Mi vida se detendrá, de hecho, en un instante; al tanto está el recuerdo que se sienta a mi lado y no quiere marcharse. Se detendrán mis días como esos viejos relojes de pared que suelen morir a la señal prescrita de un chasquido leve. El sueño ha rondado toda la mañana frente a mi ventana. Sus ojos inyectados son los mismos de antaño que vinieron una tarde de julio para llevarse a mi padre.
Bajo el parrón, la lámpara de carburo resistirá ante el débil axioma de las luciérnagas, pero la noche es larga y efímero el triunfo de las cosas visibles: la gema de la lámpara sucumbirá al borde de las conversaciones de los que compartimos la última partida de dominó en espera de la madrugada y la primera micro que nos lleva hasta el pueblo.
Con las primeras moscas desperezándose en los visillos mi vida se detiene aunque los buenos amigos o los recuerdos vuelvan a la mesa: alcen el naipe, desanden la plática de rigor, el tazón de café… y en el jardín la hermana muerta devane el rumor de la llovizna entre las flores.
 
La ausente
Hablando de una mujer
me acometen los días.
La sé por la ventana
al través de los pájaros
que vuelan como hilvanados
por un sol misterioso,
o quizás por la calma unánime
del amigo que escucha
y sube un fuego nuevo
de vino por las copas.
Hablando de una mujer
descubro al viento
en los restos atrapados
del volantín en el lúcumo.
Hablando de esa mujer
creo escribir estas notas para nadie
cuando alguien pasa silbando
una canción que no recuerda.
Y ella abandonada copiosa-
mente desnuda y sembrada entre las flores
siente que el sol resbala
un redoble de nubes
por sus ojos vacíos.
Cuando hablo de esa mujer
los vecinos se mofan,
pero a mí ¿qué me importa,
si todas las noches
ella me espera altísima
temblando entre los astros
que bajan por el río?
Más allá del bosque
De noche el bosque es trazo, ruido de ramas bajo los pies que huyen. Detrás de cada árbol acecha un corazón que se desangra. No obstante su sed vigila y es marcha forzada; apresta el oído al rictus súbito de algo que se presiente. Nadie lo sabe. Nadie adivina. De noche el bosque es trazo turbio a los atentos ojos capaces de atentar al menor movimiento. De noche el hombre es la prolongación de la noche del bosque: más allá de las ramas donde ese vestigio de luna cuelga olvidado de los dientes del tigre y de los trasgos.
De noche el bosque es un trazo pequeño apenas pronunciable: el ruido de una imagen que lo piensa como unos pies sobresaltados que huyen: la sed que sube a borbotones para saltarle encima y descubrir-lo bajo el ruido de ramas y el pendular de los insectos.
De noche en cada árbol el bosque desata sus augurios ante un pecho que respira a trastienda de todo porque todo lo ignora
y la muerte inicia sus salidas ingratas como si fuera dueña de todos los rincones.

Señas de identidad
Más de alguno de ustedes querrá echar pie atrás una vez que tengan ante los ojos la misma visión desoladora de cuando volví sin más pretensión que darle sepultura.
A quienes se aventuren doy la indicación de ese pájaro que sueña muriendo a la sombra pequeña del espino y, hasta que lleguen, si es que llegan, morirá todos los días. Por eso, recuerden las señales: una vez llegado al pájaro se puede ver con certeza el lugar de la ventana, el espino, el hoyo desalojado de la puerta, el tropel injurioso de las prime-ras malezas, el avance confuso de las enredaderas. Si todo se cumple tal cual lo describieron ellos, podremos al fin reconocernos, quizás más viejos, pero en el mismo lugar en que el día ha convenido.
No hay actitud más racional que el miedo: resístanse; no serán los primeros ni los últimos:

La niebla nos hará transparentes…

Desnuda en la penumbra
Cuando el viento abre la ventana
tu falda cae adrede cerca de la vela.
La luz finge quebrarse cimbrando nuestras sombras
sobre el muro.
Tu cuerpo vuelto a la penumbra
demora la fragancia en los aromos.
 
Foto: en la Feria del Libro de Gotemburgo, Suecia. De izquierda a derecha: Adrián Santini, Teresa Calderon, Sergio Badilla y Carlos Geywitz
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