La política ambiental en la actualidad es un impulso muy necesario para llevar a cabo el cambio de paradigma y generar la renovación técnica, económica y cultural del desarrollo sustentable y es una causa decisiva para el diseño de la innovación y el mejoramiento estructural de la economía actual.
Por Andrés Gillmore
Past-Director Corporación Costa Carrera, Aysén
Cuenca del Baker
Una cosa es ir de paseo o aventura a la naturaleza a territorios lejanos y otra muy diferente es convivir y vivir de la naturaleza; cuando tienes la experiencia de convivir a diario como experiencia de vida, te das cuenta que nada puede ser más implacable que cuando no respetamos sus códigos y pensamos que su poder de disuasión no es tal y que saldremos vencedores.
Tuve la suerte de convivir a diario con la naturaleza criando ganado ovino y bovino en un remoto campo al sur de Aysén, sólo accesible a caballo, vadeando un río y muy cerca de campos de hielo norte, con un glaciar enorme como el leonés como parte del entorno por casi 12 años junto a mi familia recién conformada a mediados de los años 80 y les puedo comentar que fue una experiencia que por momentos fue brutal y muchas veces maravillosa. Básicamente cambio mi perspectiva de vida en mi forma de relacionarme ante el prójimo y la naturaleza misma, porque me obligo a entender sobre los procesos naturales en base a mis procedimientos y entender que la sustentabilidad esta íntimamente ligado a la forma en cómo debemos relacionarnos con la naturaleza y por lógica existencial termina cambiando los parámetros de vida y cómo te relacionas contigo mismo y es cuando entiendes que la naturaleza es parte del todo y que no debemos olvidarlo nunca.
La intención que propone el desarrollo sustentable es por sobre todas las cosas, crear un proceso que permita el desarrollo social, productivo y económico de una manera en que las generaciones venideras sigan permaneciendo con los recursos naturales que poseen y garantizando que los ecosistemas no pierdan su función de ser y en ello fundamentar una calidad de vida para todos y no solo para algunos. El desarrollo sustentable no deja de ser desarrollo como muchos discursan. Académicamente he escuchado muchas veces esas afirmaciones, pero la verdad sea dicha, que sustentabilidad es lo que le permite a un territorio permanecer y reproducirse a niveles amplios, con un diseño que satisfaga las necesidades de la generación presente, sin poner en riesgo la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.
Planteamientos que para aplicarlos bien y con proyección de futuro, deben tener un componente ético que lo ligue con la sociedad y el entorno; pues al pensar en las generaciones futuras y no sólo en las actuales, la única razón a la que puede recurrirse, es para situarlo es situarse bajo el principio de la solidaridad universal, que deben tener las generaciones presentes con las futuras, que básicamente es un principio ético y moral de ver y proyectar la vida. Por otro lado tenemos el componente ecológico que es de gran relevancia en lo relativo con la naturaleza, al hablar de la necesidad de mantener la capacidad de recuperación de los ecosistemas, uniendo la sustentabilidad en una relación en donde todos salgan beneficiados y no solo unos pocos.
Para que el desarrollo sea considerado sustentable, requiere por sobre todas las cosas de una política de relación en la actividad productiva y que se ocupe de satisfacer las necesidades de las comunidades, entender las necesidades presentes, en función de los recursos disponibles, lo que implica diseñar orden, límites y estudios de capacidades de carga, que establezcan en la organización social la proyección de sustentabilidad. Sin embargo, la sustentabilidad se ha convertido en un referente obligado al que se ha sumado la mayoría de las naciones y gobiernos como un caballito de batalla político, pues el discurso se legitimó, se oficializó y se difundió ampliamente a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente del año 1983, pero eso no significa que el discurso este aplicado a la estrategia de desarrollo.
El enfoque ecologista reduce el concepto a la mera sustentabilidad ecológica, al preocuparse de las condiciones necesarias para mantener la vida humana a lo largo de las generaciones futuras, desentendiéndose del aspecto distributivo y de la delimitación de los límites ecológicos ante la imposibilidad de obtener un crecimiento continuo en un planeta finito y no resalta la solidaridad que debe tenerse con las generaciones futuras y no considera los aspectos distributivos en las generaciones actuales, donde la ética, la moral y las buenas costumbres son la base fundacional para implementar en la proyección lo social y lo cultural, estableciéndolo como parte del proceso de desarrollo.
La idea subyacente que se crea, es que el desarrollo sustentable requiere que la magnitud de los sistemas económicos se mantenga dentro de los márgenes de la capacidad de carga de la naturaleza; entendiendo que la sustentabilidad sólo puede entenderse sin provocar aumentos cuantitativos por ser éstos imposibles y nunca más allá de una escala que exceda la capacidad de carga de los territorios. El enfoque puramente ecológico por si mismo no identifica los requisitos económicos y sociales de la sustentabilidad, limitándose a la prescripción con una mirada de un crecimiento población y económico cero, sosteniendo que gran parte de la contaminación y del daño generado en la naturaleza es causado por tendencias de la sociedad hacia el incremento de la producción y el consumo a como de lugar y la verdad que el tema esta más que nada en las formas de producción y de explotación, que muchas veces no tienen la capacidad para implementar tecnologías de punta para preservar el medio ambiente y la visión de desarrollo de las comunidades.
La humanidad está obligada a cultivar y conservar la tierra como gestor ambiental. Los riesgos medioambientales del crecimiento económico sin restricciones, no se consideran insuperables y no es difícil darse cuenta que existe un optimismo desproporcionado sobre la disponibilidad futura de los recursos naturales y todo fundamentado en la esperanza que se encontrarán soluciones tecnológicas para la mayoría de los problemas ambientales que ocurren en la actualidad. Sin entender, que los cambios ecológicos y económicos graduales que en teoría producirán los resultados necesarios y que aseguraría una gestión aceptable del mundo natural no estan garantizados bajo ningún aspecto, ante los intereses creados de las grandes corporaciones mundiales.
La política ambiental en la actualidad es un impulso muy necesario para llevar a cabo el cambio de paradigma y generar la renovación técnica, económica y cultural del desarrollo sustentable y es una causa decisiva para el diseño de la innovación y el mejoramiento estructural de la economía actual. La contribución de las nuevas tecnologías a la consecución de objetivos medioambientales es amplia; pero lamentablemente los intereses empresariales y sobre todo los foráneos con formas del pasado en el mundo del futuro, luchan enconadamente para que esas soluciones no logren sus objetivos y puedan seguir dominando.
La integración del medio ambiente en la economía debe implementarse por medio de profundas revoluciones tecnológicas, para que lo sustentable estar íntimamente ligado con la formulación, concertación y la gestión de un nuevo tipo de políticas públicas, con el potenciamiento de los actores sociales colectivos, en el diseño de decisiones concertadas y planificadas que guíen las actuales y futuras inversiones públicas y privadas, tomando en consideración los criterios de balance, armonía y resguardo de las diversas capacidades reproductiva en los distintos tipos de capital de inversión: el humano, el natural, la infraestructura física, el económico, el financiero y finalmente el institucional.
En la actualidad las posiciones extremas oscilan entre las que creen que es posible crecer físicamente y los que consideran que el desarrollo sustentable tiene que ver más con la protección y la conservación de la naturaleza. Cada uno es una expresión cerrada, de un punto de vista particular, donde un grupo se enfoca en «su verdad», sin tomar en cuenta que la verdad encierra los puntos de vistas de los demás y como tal desarrolla diversas interpretaciones que determinan el contexto socio-económico, político-científico e ideológico que rodea a quien expone su posición sobre la sustentabilidad. Esto nos hace concluir que se trata de un concepto difuso y que a pesar de todo y de todos es de difícil delimitación y no posee una definición absoluta, cuyo atractivo consiste en que lo que se pretende solucionar es causado por el crecimiento económico desenfrenado, que desarrolla la desigualdad social y la crisis ecológica bajo un paradigma positivo sin renunciar al desarrollo.