El mundo está loco, pero tú mantén la calma. Emperador Marco Aurelio recomienda empezar con un gesto precioso: agradecer a las personas que te formaron
Marco Aurelio fue emperador romano desde el año 161 hasta el año de su muerte, en 180.El estoicismo del emperador romano Marco Aurelio en sus «Meditaciones», enfatiza la importancia de la razón, la virtud, la aceptación del destino y el compromiso con el bien común. Se centra en el dominio de las emociones, la aceptación de la imperfección y el cambio, y la búsqueda de la armonía interior y con el universo. Aquí se presenta el capítulo I de su libro Meditaciones.
Lo que Marco Aurelio aprendió de quienes lo rodeaban
En las Meditaciones, el emperador Marco Aurelio comparte sus pensamientos más íntimos. Este libro comienza con un gesto precioso: agradecer a las personas que lo formaron y lo inspiraron. Es como si nos abriera su diario para mostrarnos las valiosas lecciones que sus seres queridos le enseñaron.
A través de estos agradecimientos, vemos cómo Marco Aurelio valoraba cualidades como:
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El buen carácter y la serenidad: Aprender a mantener la calma y ser una buena persona.
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La honestidad y la generosidad: Evitar el mal y vivir con sencillez.
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El deseo de aprender y la sabiduría práctica: Buscar el conocimiento en casa y alejarse de las distracciones.
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La firmeza y la resiliencia: Mantener la calma ante el dolor, la pérdida o las dificultades.
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La benevolencia y el respeto: Cuidar de los amigos y la familia, y tratar a todos con consideración.
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La humildad y el amor por la verdad: No vanagloriarse y buscar lo justo para todos.
En esencia, Marco Aurelio nos muestra que su propia sabiduría no nació de la nada, sino que fue cultivada gracias a las virtudes y enseñanzas de las personas que lo rodearon. Es un recordatorio de la importancia de los modelos a seguir y de cómo cada interacción puede ofrecernos una lección valiosa para mejorar nuestro carácter.
Meditaciones de Marco Aurelio
1. De mi abuelo Vero: el buen carácter y la serenidad.
2. De mi progenitor: el carácter discreto y viril.
3. De mi madre: el respeto a los dioses, la generosidad y la abstención no sólo de obrar mal, sino incluso de incurrir en semejante pensamiento; más todavía, la frugalidad en el régimen de vida y el alejamiento del modo de vivir propio de los ricos.
4. De mi bisabuelo: el no haber frecuentado las escuelas públicas y haberme servido de buenos maestros en casa, y el haber comprendido que, para tales fines, es preciso gastar con largueza.
5. De mi preceptor: el no haber sido de la facción de los Verdes ni de los Azules.
6. De Diogneto: el evitar inútiles ocupaciones; y la desconfianza en lo que cuentan los que hacen prodigios y hechiceros acerca de encantamientos y conjuración de espíritus; el soportar la conversación franca y familiarizarme con la filosofía.
7. De Rústico: el haber concebido la idea de la necesidad de enderezar y cuidar mi carácter.
8. De Apolonio: la libertad de criterio y la decisión de irme sin vacilaciones ni recursos fortuitos; no dirigir la mirada a ninguna otra cosa más que a la razón; el ser siempre inalterable, en los agudos dolores, en la pérdida de un hijo, en las enfermedades prolongadas.
9. De Sexto: la benevolencia, el ejemplo de una casa gobernada patriarcalmente, el proyecto de vivir conforme a la naturaleza; la dignidad sin afectación; el atender a los amigos con solicitud.
10. De Alejandro el gramático: la aversión a criticar.
11. De Frontón: el haberme detenido a pensar cómo es la envidia, la astucia y la hipocresía propia del tirano.
12. De Alejandro el platónico: el no decir a alguien muchas veces y sin necesidad o escribirle por carta: Estoy ocupado.
13. De Catulo: el no dar poca importancia a la queja de un amigo, aunque casualmente fuera infundada, sino intentar consolidar la relación habitual; el elogio cordial a los maestros, el amor verdadero por los hijos.
14. De mi hermano Severo : el amor a la familia, a la verdad y la justicia; el haber concebido la idea de una constitución basada en la igualdad ante la ley, regida por la equidad y la libertad de expresión igual para todos, y de una realeza que honra y respeta, por encima de todo, en la vida de sociedad la libertad de sus súbditos.
15. De Máxirno: el dominio de sí mismo y no dejarse arrastrar por nada; el buen ánimo en todas las circunstancias y especialmente en las enfermedades; la moderación de carácter, dulce y a la vez grave.
16. De mi padre: la mansedumbre y la firmeza serena en las decisiones profundamente examinadas. El no vanagloriarse con los honores aparentes; el amor al trabajo y la perseverancia; el estar dispuesto a escuchar a los que podían hacer una contribución útil a la comunidad.
17. De los dioses: el tener buenos abuelos, buenos progenitores, buena hermana, buenos maestros, buenos amigos íntimos, parientes y amigos, casi todos buenos; el no haberme dejado llevar fácilmente nunca a ofender a ninguno de ellos.