23 - mayo - 2025

Memoria y Educación para la Resiliencia en desastres socionaturales

Recordar no es solo mirar atrás. Es también una forma de avanzar, con mayor preparación, mayor conciencia y mayor empatía. La educación, en este sentido, es nuestra herramienta más poderosa para transformar el conocimiento en acción y la memoria en resiliencia.


Por: Nikole Guerrero
Encargada de la Unidad de Vinculación y Educación de CIGIDEN
22 de mayo de 2025


Cada 22 de mayo conmemoramos el Día Nacional de la Memoria y la Educación sobre Desastres Socionaturales, una fecha que no solo nos recuerda el terremoto más grande registrado en la historia de la humanidad, el terremoto de Valdivia de 1960, sino que también nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la educación y la memoria colectiva ante los desastres.

En el Centro de Investigación para la Gestión Integral del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), creemos que la educación científica comunitaria es una herramienta fundamental. No solo fortalece la comprensión de los fenómenos naturales y sociales que nos afectan, sino que también promueve la toma de decisiones informada y fomenta la participación activa en la gestión del riesgo y la conservación del medio ambiente. En definitiva, contribuye directamente a la resiliencia comunitaria y al progreso hacia un desarrollo más sostenible.

También entendemos que la educación no es un proceso unidireccional. No se trata solo de llevar el conocimiento de la academia a la comunidad, sino de construir espacios de aprendizaje mutuo, donde el conocimiento local, las experiencias cotidianas y los saberes tradicionales se integran con la ciencia en igualdad de condiciones. Esta convicción se materializa en proyectos como la Escuela Comunitaria Ambiental de Cartagena (ECAC), que nació en medio de la pandemia y celebra este año su cuarto ciclo, con docentes y estudiantes de la misma comunidad que la vio crecer. La ECAC es un ejemplo concreto de co-creación de conocimiento, territorialización de la educación y compromiso con los territorios.

En este camino, a menudo son nuestras propias experiencias las que nos impulsan a aprender y prepararnos, de ahí la importancia de una educación sobre gestión de riesgo desde las primeras edades. En mi caso, crecí escuchando las historias de mis abuelos, mi madre y mis tíos sobre el terremoto de 1960 en Corral. Esos recuerdos, llenos de miedo, incertidumbre y también resiliencia, despertaron en mí un profundo deseo de comprender estos fenómenos, conectar con quienes los viven y tender puentes entre el conocimiento científico y las experiencias de las personas. Fue este legado familiar el que me impulsó a desarrollar una carrera centrada en la educación sobre desastres. Por lo tanto, como centro, hemos asumido firmemente la tarea de colocar la educación y la divulgación científica en el centro de nuestro trabajo.

Ahora bien, la tarea de conectar y comunicar ese conocimiento con las comunidades representa un desafío complejo para los Centros de Investigación de Excelencia, cuya principal labor es la generación de conocimiento académico. Sin embargo, esta tarea es crucial para que la ciencia tenga un impacto real en las comunidades. Y precisamente en este 22 de mayo, dada la conmemoración del 65.º aniversario del terremoto de Valdivia, que nos impulsa a seguir fortaleciendo esta área y a seguir abriendo espacios de encuentro, promoviendo una cultura de memoria activa y aprendizaje colectivo, hemos desarrollado una serie de actividades públicas que nos permiten reflexionar, compartir saberes y promover una cultura de memoria activa.

Recordar no es solo mirar atrás. Es también una forma de avanzar, con mayor preparación, mayor conciencia y mayor empatía. La educación, en este sentido, es nuestra herramienta más poderosa para transformar el conocimiento en acción y la memoria en resiliencia.

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