La publicación muestra el trabajo de la Fundación Oceanósfera, para acercar la investigación marina a las comunidades locales y a la ciudadanía global.
Por Radio del Mar | 15 de octubre de 2025
Sin introducción ni prólogo, directo al océano. Así se presenta “Tiburones, Rayas y Quimeras de Chile”, una reciente publicación de la Fundación Oceanósfera que ficha a 99 especies de peces cartilaginosos —o condrictios— registradas en aguas del Pacífico Sudoriental. Un libro bilingüe, bellamente ilustrado, que busca acercar la ciencia marina al público general.
La obra, desarrollada por Ignacio Contreras, Carolina J. Zagal y Jorge Ruiz T., ofrece fichas detalladas de tiburones, rayas y quimeras, incluyendo datos sobre su biología, distribución y estado de conservación. Sin embargo, no incluye una introducción ni un prólogo: solo una página inicial explica brevemente cómo usar el libro. Esta situación editorial parece una declaración de principios, un llamado a sumergirse sin rodeos en el conocimiento del mar.
No obstante, la publicación también deja entrever un debate más profundo: todavía en la academia se habla de “Mar Chileno”, como si las aguas y las especies respondieran a fronteras políticas. Pero buena parte de los tiburones y rayas descritos en este libro cruzan mares y corrientes sin pasaportes, conectando el Pacífico sur desde Perú hasta Nueva Zelanda. ¿No sería hora de hablar del océano como un territorio compartido, y no como una posesión nacional?
Y otra pregunta surge entre las páginas: ¿basta con mencionar los nombres científicos y comunes en español, o deberíamos también nombrar a estas especies en los idiomas de los pueblos originarios que han habitado y nombrado el mar por siglos? ¿Cómo se dice tiburón o ballena en mapudungun, o en las lenguas de los pueblos changos o maoríes?
Nombrar también es reconocer. En un país que avanza —aunque lentamente— hacia la interculturalidad, el conocimiento marino podría enriquecerse con las palabras que nacieron junto a las costas, aquellas que describen los comportamientos, los sonidos y los espíritus del mar desde una mirada ancestral. En todo caso esto no es una pregunta nueva, ya existe: ¿Moby dick o Mocha Dick?..
Otra interrogante: ¿cómo ve la academia chilena el futuro del conocimiento científico en este siglo XXI?, ¿se están preparando los futuros investigadores para dialogar con los territorios, con los pueblos y sus lenguas, con la diplomacia internacional, o siguen mirando el mar desde los laboratorios y las estadísticas?
En tiempos donde la educación ambiental exige herramientas accesibles y atractivas, el desafío sigue siendo la precisión científica, pero también la difusión y la investigación en clave «multiciencias en terreno y en laboratorios.»
¿Está disponible en formatos del siglo XXI, legible en celulares o plataformas digitales?
Entre varios intereses, según desde donde se mire y lea, el libro rescata el uso medicinal de los hígados de quimeras y tiburones de profundidad, un conocimiento ancestral que conecta la cultura marítima con la biología moderna.
Tiburones, Rayas y Quimeras de Chile es, sin duda, un hito para la oceanografía nacional. Pero más allá de las páginas, el desafío está en que ese conocimiento no se quede bajo llave, sino que sea accesible, sin la restriccíón y burocracia acaémica, en todos los formatos comunicacionales y de los nuevos sistemas educacionales de este siglo XXI.