31 - julio - 2025

Desinflando la burbuja de la IA: una crítica a la exageración del poder tecnológico. Por Omar Pérez-Santiago

La narrativa actual nos bombardea con la idea de que una élite científico-tecnológica ha moldeado el mundo a su antojo, estableciendo un paradigma definitivo. Se nos advierte sobre los peligros inminentes de la era de la información, la inteligencia artificial y la monopolización de internet.

Sin embargo, ¿es esta visión apocalíptica una realidad o una exageración?

Shoshana Zuboff, en su obra La Era del Capitalismo de Vigilancia, describe una industria que busca mercantilizar cada faceta de la vida humana, impulsada por la inteligencia artificial y la tecnología de medición. Figuras como Larry Page, Ray Kurzweil, Mark Zuckerberg, Peter Thiel y Jeff Bezos son retratados como «buitres cínicos» que controlarán el destino de la humanidad, mientras el capitalismo es diagnosticado como un vasto aparato de vigilancia digital.

La modesta realidad de los gigantes tecnológicos

Pero la verdad es que esta autoproclamada élite tecnológica, a pesar de sus vastos recursos, no ha creado más que un motor de búsqueda. La IA tiene una gran capacidad de escribir correctamente. Sí. Y mejorar fotos e imágenes para subir a Tik tok.  Sin duda. O resumir libros. Sí.

Pero, La IA no puede predecir el futuro, ni siquiera con la inmensa acumulación de información que poseen. Son, en esencia, simples especuladores de datos.

Mitificarlos es engañarse.

El verdadero impacto de la IA: más allá de la ciencia ficción

Paradójicamente, los únicos que realmente se han beneficiado con este círculo encantado de estas tesis son los escritores de ciencia ficción. Escritores que crean cuentos interesantes. Por ejemplo, una IA conectada a la naturaleza  toma el control y establece sus propias prioridades. En otro cuento la IA diseñada para emular a Dostoievski, cae en los vicios del escritor. En otro cuento la IA se irrita pues no consigue evocar un sentimiento deseado. O como la serie Black Mirror donde la lA escribe tu vida leyendo tus redes sociales.

Es decir, la IA ha alimentado sugerentes narrativas de ficción donde el mundo es dominado por una superinteligencia artificial con autoconciencia capaz de alterar radicalmente el equilibrio de poder, llegando incluso a erradicar a la humanidad. Es decir, narrativas de ficción sobre los miedos y pesadillas que sugiere la IA. Lo mejor de la IA es que ha disparado la imaginación de los escritores. Eso es ideal para los que nos aburre la literatura realista y apegada a vidas sin gracia, o prosa cruda, con una disposición limitada al juego lingüístico y la experimentación, como es una parte de la actual narrativa.

Por otro lado, un sujeto independiente, dotado de emociones, imaginación y libre albedrío, nunca será derrotado por la IA. Esta discusión no es nueva; ya se planteó con el perro de Pavlov y el reflejo condicionado. La premisa de que los humanos son meros receptores pasivos, susceptibles de ser moldeados por algoritmos que «abren su cerebro» para que hagan clic en anuncios o voten de cierta manera, es una simplificación extrema. Es tan absurdo como suponer que añadir azúcar al agua potable nos obligará a beber más agua.

El ser humano puede ser impulsivo o ilógico, pero su complejidad va mucho más allá de un simple reflejo condicionado. La capacidad humana para la crítica, la resistencia y la toma de decisiones autónoma es un baluarte contra cualquier intento de manipulación total por parte de la tecnología. Es un signo de pobreza que nuestra época no genere más visiones y esperanzas, y más audaces.

Omar Pérez Santiago
Omar Pérez Santiago

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