Por Rafael Cheuquelaf Bradasic, periodista, gestor cultural y músico integrante del dúo electrónico magallánico LLUVIA ACIDA.
Hoy terminó oficialmente la adaptación en formato serie de streaming de uno de los comics más importantes de la historia de este arte: «THE SANDMAN». La saga creada por el escritor británico Neil Gaiman y que se transformó en un fenómeno cultural de los años 90′, llegó a las pantallas de la mano de Netflix.
El viaje emocional de Sueño, una entidad más antigua que las estrellas que gobierna el reino onírico, ha terminado. Y una nueva manifestación de él lo ha reemplazado, tomando su lugar en la familia de Los Eternos (Destino, Muerte, Desespero y Delirio… y el hermano renegado, Destrucción). Como lector apasionado del comic original, me es imposible no comparar ambas versiones de una misma narración. Adaptar un comic perfecto (o más bien aproximarse a las espectativas de sus lectores) no era tarea fácil. Pero, salvo algunos detalles puntuales (decisiones narrativas y de casting), creo que sus realizadores lograron algo que se creía imposible.
Me quedo con grandes actuaciones protagónicas, su bella cinematografía (que ni siquiera un par de CGI malos lograron arruinar), su dirección de arte, su diseño de vestuario y la música de David Buckley (su «Song of Orpheus» me acompañará por siempre).
Imposible no pensar si en verdad influyó en algo la decisión de comprimir la serie en dos temporada las graves acusaciones de abuso sexual. Siempre entristecerá el saber que alguien que creó algo tan importante para la vida de tantos también puede haber sucumbido a la oscuridad que él mismo describió. ¿Se puede separar la vida del artista de su obra y disfrutarla sin dejar de cuestionar a su creador? Yo creo que sí, que de hecho no tenemos más alternativa porque los artistas pueden ser gente compleja y peor que eso. Tener un gran talento, sea artístico o de otra índole, no transforma automáticamente a nadie en una persona impoluta.
Pero una obra artística, independientemente de quien la haya creado, puede ser disfrutada y tomada por otros porque resuena en mucha gente. Así ha sucedido con «THE SANDMAN», una historia de sueños, cambios, arrepentimientos y redención. No queda mas que agradecer este milagro en medio de los algoritmos.